Siempre se ha dicho que para que haya un final feliz tiene que pasar tiempo. Mientras se debe disfrutar del momento durante ese camino hacia la felicidad. Eso fue lo que hizo un indio que vivía en la zona central del país y que desde siempre había querido ir a ver el mar. Para cumplir su deseo se puso a trabajar duro. Semanas después pudo reunir el dinero necesario y en un día soleado y de esperanza pudo coger el tren que le iba a llevar directo a su sueño. Según llegó fue directo a la costa, el olor a salitre y el murmullo de la espuma muriendo en la orilla le llevaron hacia ella. Las olas tranquilas rompían cerca de las rocas y nuestro amigo no dudo en bajar a la playa. Se agachó y pudo sentir la arena húmeda en sus pies descalzos. Metió la mano en el agua fresquita y queriendo beber de pronto la tiró y dijo en alto... " con lo bellísima que eres lo mal que sabes". Sal para las heridas, pensó. A partir de entonces supo que estaba preparado para una nueva vida.
G. Alejos
31/03/2011
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